Hoy en día se permite que cada persona crea firmemente en lo que desee, sin analizar por un instante si es realmente cierto lo que está pensando. Estamos desvirtuando el verdadero concepto de la tolerancia, haciéndola pasar por una indiferencia cuando las personas piensan lo que deseen sin siquiera analizarlo por un momento.
El relativismo nos está afectando en el sentido de lo real, de lo moral (lo bueno y lo malo) e incluso de la filosofía y la religión. Atacando temas que por estar ligados íntimamente a lo que somos nos comprometen y son más difíciles de reflexionar.
Como el hombre es el único ser vivo que puede conocer la verdad tal cual es, incluso sus cualidades, en ocasiones somos influenciados por corrientes filosóficas que niegan el alcance de realidades divinas o referidas al sentido de la vida (como la felicidad). Además por la creencia de que las verdades están ligadas a la cultura de la persona.
Todo esto nos lleva a la anarquía por prevalecer nuestras concepciones, haciendo que la opinión del más fuerte triunfe, además de debilitar las normas morales fundamentales en el hombre, las que rigen todo nuestro actuar que vienen dadas por la naturaleza como la dignidad, el respeto y la honestidad.
¿Acaso la Venezuela de los últimos años no es un ejemplo claro de como el relativismo provoca enfrentamientos y hasta una gran división de todo un país? Debemos saber que hay cosas que simplemente no caen en el debate.
Cuando queremos imponer la verdad con la dictadura del relativismo, olvidamos que negamos la libertad y el diálogo mismo entre seres humanos.
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